La despedida del mes del tango



Por Lucrecia Abalos

“El Tango está lleno de despedidas”, escribía en sus greguerías Ramón Gómez de la Serna, y así recordamos a este poeta español, en la despedida del mes del tango en la ciudad.

A la rivera del Festival de Tango y el Mundial de Baile, las milongas de la ciudad y las actividades más under ligadas a este ritmo y danza rioplatense, se despertaron y compartieron en otra atmósfera la pasión del tango.


“Tango a oscuras”, “Tango en zapatillas” y “tango en la Catedral”, son algunos de los espacios y actividades que eligieron muchos de los que escaparon a lo tradicional.




El ciclo “Tango a oscuras” que dirigen los hermanos Juan y Daniela Paso desafían el manejo de los sentidos y los profundizan en la oscuridad. Haciendo fructífero el mes del tango y la gran convocatoria de adeptos de otros países, lograron construir grandes grupos de bailarines videntes y no videntes, de varios lugares del mundo con la consigna de aprender el baile desde un lugar no visual. Juan, coreógrafo y músico del curso, despide hoy el ciclo con una milonga que no distingue niveles, ni diferencias.



“Tango en zapatillas”, un espacio oportuno, con una sensación de recreo y goce, en el pasaje Zelaya, en el barrio del Abasto. Sin exigencias coreográficas y estéticas, los jóvenes se acercaron a bailar tangos en zapatillas. La propuesta gratuita atrajo a miles de jóvenes en el mes del tango con horarios extendidos de mañana a madrugada y se despide el próximo jueves.



Y el clásico de cualquier día. “La catedral del tango”, un Gardel con barbijo, sillas despedazadas, velas derretidas por todo ese galpón de Medrano y Sarmiento, y las clases de tango mas exigentes por los bailarines mas jóvenes que brillan y brillaron por cualquier calle del mundo. Manosear su timbre ya denota un misterio, que a muchos los magnetiza, pero al subir esas escaleras tan tenebrosas, que se llenaron durante todo el mes, descubres la pasión. La catedral no se despide, continúa para que la descubran.



Tres propuestas que colmaron sus salas y salones reflexionando, bailando y aprendiendo de este baile, nacido en el arrabal que incitaba a la lujuria a principios del siglo xx.



Y así se despide, con mucho “cuore” y “salute”, y recordando al músico y letrista de Gardel, Juan Bautista Abad Reyes a los 44 años de su muerte.


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