La percusión sigue sumando adeptos, Batucada Sangre


El grupo percusionista Rataplán se presentó en Touch of Music del barrio porteño de Belgrano. A media sala llena, hicieron bailar a todos. No faltaron los ritmos brasileros, uruguayos y mucho menos la milonga argentina.


Surdos, cajones, timbales, repiques, redoblantes, batá, campanas, yequerés, apopos y bombos afinados y preparados para el show. La banda de percusión Rataplán nacida en 1996 que actualmente cuenta con 14 músicos y cantantes, con un repertorio que incluye ritmos de creación propia así como clásicos toques de batucada, candombe, temas afrocubanos y peruanos, entre otros, se presentó ayer en Touch of music a las 21 y a pesar de no haber tenido gran éxito en el corte de tickets, la energía y la fuerza del grupo no estuvieron ausentes.

Antes del espectáculo los músicos se juntaron en una casa que alquilan por Federico Lacroze y Álvarez Tomas, para subir los instrumentos a las combis y partir hacia el barcito. A eso de las 19.30 llegó el director, Lucas Helguera que formó la banda hace más de 10 años.
-¿Por qué Rataplán?
-Es la sonoridad del instrumento de percusión a lo lejos. La llamada. No sé, se me ocurrió.

Bar. Luces de colores y negras, sahumerios, velas, espejos, decoraban el lugar. Había ventiladores, pero no ayudaron mucho a la hora de calmar el calor que en el ambiente se sentía.
Los muchachos empezaron a prepararse. Que vinito por aquí, que cerveza por allá. Todo vale. Mientras se llenaba el lugar, sonaba Celia Cruz, quien con su salsa, emanaba coraje para la nerviosa banda.

El show se atrasó más de una hora con un público de aproximadamente 30, 40 personas y durante la presentación se pudieron escuchar 13 temas y un bis que constaban de adaptaciones de merengues de Republica Dominicana, milongas, zambas y baiaos originarios del nordeste de Brasil además de los clásicos candombes uruguayos. Al poco tiempo y llevados por el ritmo contagioso no hubo una persona que no se levantara de su asiento y se pusiera a bailar a pesar del fuerte calor que se hizo sentir.

A pocos minutos de la madrugada, se dio por terminada la función, bajaron del escenario saludando a un público que se mostró muy cariñoso con Rataplán, y mientras tanto contaban que muchos de ellos los siguen desde su formación y nunca faltan a ninguna de sus presentaciones.

Camino al camarín, deshidratados pero satisfechos, festejaron el éxito del encuentro y luego volvieron allí, donde todo se genera, al lugar donde nacen todos esos llamativos compases, la sala de ensayo, esa casa antigua que tanto quieren todos.

“Este lugar es muy especial lo decoramos todo nosotros”, cuenta Guido Karp, uno de los integrantes de la banda, mientras señala las telas rojas en el techo y un galponcito donde guardan todos los instrumentos. “Hace 3 años que estamos acá, pero ahora, en unos meses, se nos vence el contrato. No sabemos a donde vamos a parar”, agrega lamentándose. ¿A donde irán a para los tambores, redoblantes, repiques que tan lindo sonaban? Ya veremos…

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